Cómo se prepara el Diccionario de la Lengua Española

La Academia de la Lengua Española se fundamenta en la siguiente frase a la hora de preparar y editar un nuevo diccionario: «Limpia, fija y da esplendor». Este lema tiene unos 300 años. Inspirándose en ese principio, la RAE trabaja arduamente para estudiar, analizar y llegar a una versión final que defina una nueva palabra, lo que incluye ver los diferentes ángulos lingüísticos y teóricos.

Así tenemos que el nuevo Diccionario de la lengua española, dirigido por Pedro Álvarez de Miranda, incorpora ahora 5000 palabras, en comparación con su edición anterior de 2001 (entre ellas están «spa», «bretel», «bótox» y argentinismos como «fernet», «cacerolazo» y «carenciado»). De esta forma se llegó a un acervo de 93.111 voces. Además, aparecen 195.439 acepciones. Por ejemplo, la palabra «tableta» ahora tiene una definición específica relacionada con el área tecnológica, siendo reconocida como un dispositivo electrónico, que es diferente de aquella a la cual estamos acostumbrados. Tal vez esta nueva definición deje para atrás la anterior. En el nuevo diccionario son incorporados 18.712 americanismos.

¿Cómo aparece, entonces, una nueva palabra en el Diccionario de la Lengua Española? Bien, el camino recorrido por una nueva palabra, «el camino de las piedras», como dicen por allí, va desde la boca de un hablante hasta una página del diccionario, y es un trayecto plagado de análisis, discusiones, estudios científicos y estadísticos. Nada fácil para la palabra.

La primera fase comienza cuando una voz llama la atención de un lexicógrafo, cuando observa un término inventado por el pueblo que designa un fenómeno u objeto que sea de aceptación generalizada. Fue de esta forma que se incorporaron anglicismos como chat y blog a la lengua española y, consecuentemente, al nuevo diccionario. También fueron aceptadas siglas, como SMS y sustantivos, como pilates. Esto demuestra que la frecuencia estadística es de vital importancia para la supervivencia y aceptación de una nueva palabra.

El Centro de Estudios de la RAE está ubicado en Madrid, a unos cuantos metros del estadio Santiago Bernabéu. En este local, los filólogos someten las palabras a todo tipo de pruebas. Pobre palabra que pasa por aquí. Debe ser un sufrimiento y tanto para ella. Los filólogos se valen de los corpus, que no son más que gigantes archivos donde se busca cómo y en qué contexto aparece una palabra. De esta forma, ellos verifican la definición más aproximada de una voz y todas sus acepciones. La estadística lingüística es importante, como fue hablado anteriormente, ya que el uso le da peso y valor a una palabra. Los lexicógrafos son especialistas de diferentes ámbitos del conocimiento humanístico: ciencia, arte, tecnología, etc.

Después de cumplir con una serie de pasos, viene el turno del personal que está en el edificio de la RAE, donde se evalúa y escrutan minuciosamente las palabras y se buscan los argumentos que favorezcan la incorporación de una palabra al diccionario. En este edificio de la RAE, que se encuentra a unos pasos del Museo del Prado, los grandes académicos discuten, a cada jueves, las palabras, incluyendo aquellas nuevas que se presentan como candidatas novatas, reclamando su derecho de formar parte de la familia de las letras.

La Comisión Delegada del Pleno (CDP) es la que da el veredicto final sobre la incorporación de una palabra (o propone por lo menos una definición específica y los ajustes pertinentes). Aquí es donde la casa pega fuego. Así comienzan las grandes discusiones, los debates intelectuales rellenos de discursos a favor y contra. Y, como en esta vida no existe una definición perfecta, será necesario realizar un gran esfuerzo intelectual para aproximarse de la realidad social y global, porque una definición puede aplicar en una región, pero no necesariamente a otra.

Cómo se hace el DRAE

Publicación de nueva palabra en el Diccionario de la RAE

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